febrero 29, 2012
Para quien se roba mis cosas.
Para el individuo que se roba mis envíos, y sé que los de los demás también:
Yo sé que usted padece de una patología mental que le provoca sentir un deseo irresistible de apropiarse objetos que no son suyos.
Entiendo eso, de verdad lo hago.
Entiendo que cuando usted tiene esos paquetes en las manos, y por el misterio de no saber qué contienen, se desate una necesidad de tomarlos y quedárselos.
Lo comprendo, y por ser lo más probable usted del servicio postal, le parecerá fácil darlos por perdidos y quizá hasta levantar un reporte de no recibido a su terminal, su puesto, su oficina, la bodega donde usted trabaje.
Le repito, le entiendo.
Pero me consta que usted no apreciará igual que yo los discos que compré.
No, no lo hará. Aunque trate.
Me ha costado trabajo localizarlos, tiempo y dinero.
Sé que aunque usted gustara de mis preferencias musicales, no apreciaría con tanto entusiasmo escuchar una canción en su formato original, como fue planeada para ser escuchada.
Así pues, como no puedo hacer mucho por el momento, sí le prometo una cosa:
Cuando sepa quién es usted, averiguaré también donde vive.
E iré a su casa de noche, y romperé su puerta.
Y lo golpearé a usted en la cara hasta que se me cansen los brazos y me duelan los puños.
Y golpearé también a toda su familia. A su esposa, a sus hijos, y hasta a su madre.
Y tomaré MIS discos de música.
Ya con su dolor físico me daré por bien servido.
Retribución.
Por su atención, gracias.
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