El alcohol lubrica las heridas.
En un trámite social me quedo callado.
Quizá debería disculparme por ser como soy, pero estaría equivocado.
Soy experto en no tomar mis propios consejos.
Hay una media luna arriba, de mí, de ti.
Hay nubes que no te dejan oirme con claridad.
Hay humo en mi cabeza, no hay ideas tan fuertes como para cortarlo y alcanzarte, y que no te aburras con mis silencios innecesarios.
Las ruinas han tapado una entrada de acceso, una ventana a mis sueños despierto.
Uno no puede tener el tiempo, uno lo utiliza, uno lo busca y lo aprovecha.
Es falta de atención lo que tengo, debería ponerte más atención.
Cuando vivía rodeado de fantasmas se me influyó un poder inservible.
Pero había inspiración para intentar describir esos mundos que me invadían de adentro hacia afuera y se anteponían a las necesidades físicas imperiosas que me eran recordadas constantemente. No había balance.
La depresión se manifestó en más de una ocasión con metal frío que no ofrecía alivio alguno.
Asirme al presente es muy difícil. Pero comenzaré con poco; terminaré por limpiar el lugar del estallido y remover los escombros de las ruinas y restaurar la ventana.
Y entonces ya podré escribir cosas que valga la pena leer.
febrero 20, 2014
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