[borrar a casi todos]
No sé por qué me hablas tanto.
Creo que quieres algo de mí.
No se te va a hacer, no te puedo pertenecer.
Tú sigues estudiando,
te quieres superar,
nunca te voy a merecer.
Yo tengo treintaytantos y tú veintitantos,
hay un abismo de amigos que no me quieren cerca de ti.
No te lo puedo decir aún, te lo diré al final. Después de que te vayas.
Siempre supe que estaba equivocado.
No te lo quiero decir aún, estoy afuera del universo, observándonos.
A un lado mío él se ríe de nosotros dos.
No sé por qué te pongo atención, si te gusta alguien más.
Me gustas para otra cosa, tu amistad es gula.
Creo, no sé; creo que me aprecias.
Creo, no sé, creo que me aceptas.
[sonrío]
Recibo ultravioleta en mis hojas y lo convierto en alimento.
Y el infra-rojo de tus besos me dio cáncer.
Y te hundo mis uñas en tu pecho y me aferro a ti mientras desciendo.
Y te arrastro a la entrada del infierno, donde te desintegras en hojuelas de nieve.
Y Te derrites en mis brazos y goteas en mis pies.
Y me hinco para lamerte las piernas desde el tobillo.
No sé por qué sigues aquí, leyéndome,
escuchándome,
cantándome,
(re)creándome.
No sé por qué te quedas aquí, sonriéndome,
diciéndome que lo vamos a conseguir, a estar bien, a lograrlo.
No tengo esas respuestas, pero tengo esta: Lo acepto. Lo agradezco. Lo aprecio. Te aprecio.
Se me quiebran partes escondidas de adentro de la mandíbula, pero tú dices que te gusta el sabor a sangre.
A mí me gusta que sepas a futuro.
También paso mi lengua entre tus dedos, y con ella te vuelvo a dibujar las líneas de la palma.
No sé por qué te gustan cosas que me gustan.
Sólo somos dos mujeres en espacios equivocados.
No se te va a hacer, no soy un objeto para pertenecerte.
No estarás a mi lado, ¿fantasear es suficiente?
No sé por qué me hablas tanto, pero gracias.
De verdad. Gracias. [sonrío].
[anestesia]
Intento recitar pero me interrumpes.
E irrumpes.
Me golpeas y me sabe rojo.
Me duele en azul.
Veo en salado.
Ásperos, recorres por mi pecho y me regalas fluidos calientes que estrangulan mi cuello.
Y huele dulce este dolor.
Pero amarga la temperatura.
Veo frío. Veo ácido. Veo agudo los tonos.
No se confundieron las terminales, así nací.
No vemos tú y yo el mundo de la misma manera.
La depresión entra silenciosa por la garganta.
Tengo ganas de orinar, así que veo rojo por la presión.
Siento los colores de tus uñas recorriéndome la piel.
Pero no estás aquí, sólo caigo.
Rodeado de sombras, con un tubo pegado a mi antebrazo.
Me vuelves a golpear, me dejas el ojo morado. Se siente frío mi ojo al verte.
Sabe a chocolate con sangre todo el enojo que me transmiten tus manos frías.
Se ríen de mí en la estación, yo sólo me encojo.
"¿Cómo un hombre...?" Y frases así. Es que había perdido la voluntad, así que hice la tuya.
Y los colores de madera se hundieron entre mis costillas, tú reías.
Él se reía a un lado de mí.
No te lo puedo contar aún, lo haré cuando ya no estés aquí.
Estoy afuera del universo, observándonos.
Cuando desperté, tú sostenías mi mano, pero ya eras rubia. No sé cuánto tiempo estuve drogado.
Siento las manos en tonos graves, y aún escucho colores.
Me quieres así de dañado.
enero 24, 2016
Sinestesia - borrar a casi todos-Anestesia
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