6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

junio 06, 2010

16: Llagas en mis pies.

Oscuridad que apaga la vida.
Alas rotas. Y fauces masticando el corazón.
Soñé que veía mis alas, y estaban hechas hueso ya.
Así que cambié mis alas por una corona para poder quedarme aquí.
Creí, pero era en realidad seguir el camino.
Encontré respuesta.
La corona vuelve a tener color.
Mis ojos vuelven a tener brillo.
Te hice una lectura astral,
y te leí la mano.
Tengo la voz de un ángel muerto en un cajón.
La puse en una cajita.
Hace mucho comenzó mi vida.
Hace poco comencé a vivir.
Me cuesta trabajo aprender, pues soy frágil.
Y si no se me trata bien no pongo atención.
Me quité los zapatos.
Me salí de ahí.
No dejé de caminar hasta que dejé de sentir.
Y me dio sed.
Volteé hacia abajo y vi que había dejado un rastro carmesí.
"No estoy hecho de chocolate" pensé.
Apagué las luces y dejé de soñar.
Y mi realidad se enclaustró entre tres paredes sin techo.
"Aquí sólo la lluvia llega" pensé.
Ni siquiera al viento dejo entrar.
"Ya han sido muchos años de soñar suicidio" pensé.
Así que bajé la mirada y comencé a comer tierra.
Pude salir. Pero no como me recordaba.
Tuve que aguantar otra vida de árbol.
Es una representación de mi forma de ser.
Me estoy muy quieto, crezco lentamente, no me sé defender agresivamente.
Sólo exhalo veneno. Sólo soy madera difícil de trabajar. Sirvo más obviamente para dar sombra.
Pero muero al final, y me libero.
¿Ahora qué soy? ¿Por qué tengo ambas alas y corona?
Así no debe ser, enterraré mis alas y vendré por ellas después cuando todo esto termine.
Y después de dos vidas las llagas en mis pies de tanto caminar no se me han borrado.
Las toco y acaricio y las costras se sienten tan reales.
"Ya es hora Ishimaru" escucho a mi derecha.
"Aún estás aquí" le respondo a Nat.
"Pero tú no vas de ese lado", agregué.
"Demï está un poco más adelante" me dices.
"Pues bien, caminemos" le digo con una sonrisa.
Y muy pronto el suelo bajo mis pies comienza a hacerse artificial.
Me lastima más.
Me disfrazo para que no me quieran matar.
"¿Ya los pueden ver?" le pregunto a Nat cuando llegamos con Demï.
"Sí, ya pueden" me responden ambos.
"Debe terminar donde empezó" entonces digo.
"Te hace falta tu arma" me dice Nat.
"Aún está donde la dejaste" me hace saber.
Tengo la voz de un ángel muerto en una cajita.
Saqué su voz y la puse en mi boca. Y la atoré en mi garganta.
Por eso tengo esta voz aberrante.
Encaja con mi realidad, y con lo que soy.

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