6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

agosto 20, 2012

Vientre pesado


No es amor lo que sientes, son mis hormonas, procurando que sobrevivas.
Cada día a la hora de la comida pienso en hundirme el cuchillo.
No sabes cuánto te aborrezco por existir.

Eres un error.
Eres un descuido.
Eres un pretexto.
Sólo eres un pretexto.

Aún así, no es tu culpa directamente. Tu alma inocente no sabe en qué lugar del mundo vino a caer.
Pero yo soy mala, y te odio.
Tanto o más que a tu padre.

Es su culpa por quererme junto a él.
Dos personas no deberían estar juntas sólo por alguien más.
Debiera existir un lazo invisible que les una, no un lazo carnal.

Y cada día me recuerdas del error que fue no terminarte en su debido tiempo.
Las náuseas.
Los antojos.
La incomodidad.
Las ganas...
Pero todo eso no sobrepasa mi imaginación decadente en donde caes hecho trizas.
El doctor te saca a pedazos, yo estoy dormida.
Me da las noticias al día siguiente creyendo que me pesará tu ausencia.
Yo sólo le pregunto si el legrado me costará más.

Pero no te mueres.
No dejas de latir, y hasta sincronizas tus latidos con los míos a veces. Es que estás enfermo, no sabes qué herencia te dimos.
Tú estás cómodo en tu piscina oval ignorando el horror del mundo. Ignorando incluso el rencor que te guardo desde el momento de tu concepción.
La barrera de hormonas no te deja percibir mi odio, y, carente de conciencia o malicia, no tienes pesadillas.

Y a la hora de la comida pienso en acabar contigo violentamente, pero sé que dolería, y mi vida sí me importa. Y tu padre sólo sonríe y ya no me pregunta nada porque sabe mis respuestas. Sabe que esto acabó pero se aferra a una fantasía instantánea que compartí con el en otra vida.
Y tú eres el resultado del seguimiento que él, necio, le quiso dar.

Para lo que me sirvió.

Él es malo también, se aprovechó de mí.
Pero eso no lo sabrás aún, ni su familia lo sabe, pero lo sabrá.

No sabes cómo te odio.

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