Anunciabas tu llegada de manera brutal.
Jamás en la vida había sentido tales malestares internos. Ni siquiera...
Los órganos eran presionados y mi sistema reproductivo se quería imponer.
Terminaba tu gestación hacia el comienzo de tu alumbramiento.
Y era inevitable, así como yo, tú no emites falsas alarmas.
Sentía un dolor que resonaba en todo mi ser, una pausa entre la vida.
Se crea desde el momento de concebir, mas parir es una prueba difícil para mantenerla.
Sentía un dolor que anulaba todos los demás.
Y los fantasmas no paraban gritándome.
Sentía cuchillas ardientes saliendo por mi vagina abriéndome la carne.
Sentía un par de hojas afiladas estériles dando paso a mis fluídos carmesí.
Los instantes parecen horas y las horas se vuelven días.
Fui de las afortunadas cuya labor fue breve.
Sólo otra vez he estado así de exahusta, cuando tomé muchas vidas.
En el aire se mezclaba el olor de los intestinos accidentales y equipamiento médico.
Manos frías y pulsos firmes pretendían sujetarme la carne.
El instinto era fuerte pero las drogas también.
La guardia no bajó en momento alguno.
"Sabes que podrías morir." "Sabes que él podría morir. "
Aún no sales de mí, todavía no estás fuera de peligro.
Se manchó de sangre la cama. Se manchó con mis viscosidades también.
Pero nada me importa como el dolor.
Sólo quiero que acabe.
Eres mío, te tuve con dolor.
Y hubiera dado mi vida por tenerte.
Con cada doloroso espasmo sentí tu corazón, y te sentí llegando a este mundo.
Después incrementaron la dosis, y todo se pierde entre bruma...
Y cuando se disipó, las cicatrices aún ardían. Me dijeron que habías muerto, pero mentían, los fantasmas me dijeron que tú seguías viva.
No tienen derecho de alejarte de mí. No después de lo que pasé por ti. Contigo.
Volví a despertar, con vendas y grilletes en mis muñecas. Acordarme de ti me causa cólicos.
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