Suena leve el crujido de tierra bajo mis pies.
Pasan de las 10, estoy casi seguro que pasan de las 11.
¿Cómo llegué aquí? Esa tipa ni me gusta tanto, además es el interés romántico de mi amigo, quien, por cierto, está casado.
Salí a las 8 de su casa, sólo había un transporte que ni me iba a dejar cerca de casa.
De donde me estoy quedando.
Temporal. Residencia temporal.
Ahora estoy caminando en la noche en Tijuana. Sí hay camiones. Están pasando, pero no son el que tomo para regresar.
Boulevard 2000. Me bajé donde da vuelta el camión al centro. Sin postes de luz, sin poblados cerca por si tuviera que correr.
Pero también significa que no hay nadie más en kilómetros a la redonda.
Nadie más.
¿Así es como termina? Alguien se aparece y me atraca, navaja entra, navaja sale, me roba mis cosas, quedo en el suelo, pierdo sangre, pierdo sangre, pierdo sangre, me apago.
Nadie se robó mis órganos.
Pero no pasó así.
Tenía 45% todavía en el celular, por si tuviera que llamar, por si algo. Por eso no me preocupaba tanto.
Veo la hora y ya es media noche, en otras ciudades ya no hay transporte a esta hora.
Seguí caminando, no hacía frío, llegué a un lugar más poblado, y tomé la “combi”.
Regresé tarde a casa. Al conflicto, silente.
Yo no sabía qué quería de ella, pero él tampoco.
Primero debería divorciarse, pero no está haciendo las cosas bien.
Si yo voy a verla, yo no hago nada malo realmente porque ambos estamos solteros.
Pero creo que no quiero nada realmente, veo que no va a ningún lado, aunque no me gusta darme cuenta.
Debí mudarme de departamento antes, debí quedarme en Tijuana más tiempo y estrellarme antes con todo lo que de todos modos me iba a estrellar en 2019.
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