Ojalá tengas un mejor plan que ese.
De verdad crees que soy tan ingenuo.
De verdad crees que lo estoy dejando suceder.
Vamos a ver quien termina con el cuchillo en las manos.
No cambiaste.
Cuando llegue el momento vacilarás como entonces.
Podría sermonearte, pero mejor no pierdo mi tiempo, no es tuyo, no te lo comparto.
Pierdes el tuyo al hacer esto, nada conseguirás.
Sería mejor que desistieras pero nunca fuiste tan buena en tomar esas decisiones.
Si juegas a la venganza, vas a perder.
Yo ya vivo ahí.
Arroz inflado cruje, justo antes del
torrente de regurgitaciones, hielo salado rojo mezclado con grasa anaranjada.
Una pasta blanca, amarillenta, con trozos minúsculos de madera café.
Adentro ya comenzaban los gusanos a consumir.
Quedan en la boca, justo abajo de los labios.
Todos estos caminos perdidos que recorrí,
me enseñaron sobre personas como tú.
Aprendí a apreciarte, a no juzgarte, a no esperar algo de ti.
Aún así, me puedo sorprender de lo mucho que terminas teniendo en común con ellos.
Vas a ver lo poco que me importa realmente todo.
Sé suficiente. Y aún así es prácticamente nada.
Tengo lleno mi plato pero lo dejo fermentarse porque me gusta sufrir.
Corté la arrogancia con una hoja delgada hecha a base de tus desilusiones.
La magia me recorrió, es tu culpa por volverme adicto a ella, es mi culpa por darte permiso.
Eventualmente llegaste a conocerme bien y tomaste la decisión de quedarte.
Después puedes cambiar de opinión.
Te di suficientes salidas, no las tomaste.
Si lo hubieras hecho me habrías dado la razón, y dolería en el alma.
Y después me voy a dormir, ese daño ya no existe.
Al menos, gracias por confirmarme lo que supe desde el principio.
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