2.- Medellín.
[Inspirado por hechos reales.]
No estoy en Puebla. No estoy en el DF. No estoy en 2022. No estoy en 2019. Ni siquiera estoy en 2015.
No estoy soltero, pero tampoco estoy casado.
Te mentí, te he mentido todos estos años. Huí del país para evitar la cárcel. La misoginia estaba pasando de moda. Tuve que abandonar mis cuchillos, mis únicos amigos, después de lo que pasó. No me ibas a creer de todos modos cuando te dijera que pude viajar, a pesar de mis impedimentos. A pesar de aterrarme el tener que estar atrapado en un ataúd cilíndrico de metal, volando a cientos de metros de altura sin garantía 100% de aterrizar con vida, para trasladarme.
[Fragmentos]
Lo que pasó antes:
Al no tener antecedentes penales, pude conseguir un arma más fácilmente.
También tenía esto parcialmente definido. Parcialmente porque, pues, el azar a veces no me favorece, y si las circunstancias se daban, no saldría vivo de ahí.
Pero el azar me favoreció, y dejé un cuerpo inerte en un callejón en Toluca. Dos balazos en la cabeza y lo pateé hasta romperle la nariz y separarle la mandíbula;
Salía esas noches a buscar imbéciles que me quisieran asaltar. No tardé mucho en llamar la atención de los imbéciles. Que, además, son cobardes, porque se mueven en parejas, o de a 3. La primera vez fueron 2, pero el otro escapó. Saqué el arma y se echaron a correr, pero para esto yo ya había practicado mi puntería.
Detoné el arma entre respiros. La bala zumbó con el aire. Y un crujir rebotó en las paredes. Caída del cuerpo, contundente, como costal. Caída de frente, un ojo se le desprendió. Me acerqué. Le di la vuelta, otro balazo en el pecho, y me paré en su cara. Y comencé a saltar.
El segundo iba solo. Aún un cobarde, pues traía navaja. Éste no intentó huir cuando saqué la pistola, se abalanzó, pero cayó al segundo disparo, hacia atrás, perdiendo fuerzas. Me acerqué y deposité otras seis balas en su pecho. Sangraba abundantemente, como una fuente. Lo pisé en el pecho, me agaché para pegar el arma a su cuello y la accioné. Novena bala para destrozar su cuello. Otro estruendo, otro satisfactorio crujir.
[completo en otro lugar]
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