6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

octubre 30, 2022

Aquelarre Maleficarum. 8: Introversión.

8.- Introversión.

 

A veces pienso que es una discapacidad. Porque yo sí la llamo así. Lo afirmo. Una capacidad social se bloquea.

La interacción con otras personas a veces es incómoda, desconcertante, hasta molesta. Puedo hacerlo, pero si tengo la opción, no voy a hacerlo.

El impulso viene y se va, tengo que hacerme a la idea de que haré algo en público o afuera para prepararme mentalmente para hacerlo. Pero no pensarlo demasiado porque eso genera nerviosismo.

Sí, me complico yo solo, lo sé, me doy cuenta. Pero me es muy difícil cambiar este comportamiento tan arraigado. Y no es cuestión de comodidad, porque lo más cómodo sería no hacer nada, marchitarme y dejarme morir. Pero aquí me tienes porque algún día deseé tener cosas, y debo hacer para tener.

Evitar improvisar porque me veo en situaciones que no había pensado, y mi mente estaba antes en otros 10 lugares diferentes: Eso no ayuda en la vida “real”.

Evitar planear demasiado porque se acumula tensión y cuando algo no resulta de acuerdo al plan me enoja, y ya no quiero pensar más, sólo que termine lo que está pasando. Que suceda lo que tiene que suceder.

Que llegue el viernes, o sábado, o fin de semana, o el día de descanso, y dejar de pensar.

 

Esta pandemia desde 2019 fue un regalo inesperado para todos nosotros, los que casi no salimos.

Nuestras vidas no cambiaron mucho en ese aspecto.

Yo ya compraba por internet.

Ya me quedaba en casa, a jugar, ver series, dormir, embriagarme, deprimirme.

 

No voy al cine.

No voy al teatro.

Ya no salgo al parque.

Sólo voy a comprar despensa, pero eso no se detuvo, sólo hubo restricciones, menos gente en los lugares.

De casa al trabajo. Del trabajo a la casa. De casa a la tienda, a comprar comida, y de regreso.

 

Ya me enfermé dos veces y no me gusta ir al médico.

No me gusta tomar pastillas, porque no sé hacerlo, siempre las trituro.

 

¿Para quién es esto? Para nadie.

Un amigo me va a presentar a una de sus amigas. No sé por qué. No sé para qué. Tengo claro que no quiero estar con alguien, porque no sirvo para eso. Pero, por lo que veo, no me creen. No me ven tan dañado como yo me veo, quizá por eso.

El egoísmo está de vacaciones en la introversión, desde siempre, desde que me di cuenta que no tengo la espontaneidad de compartir o dar lo que tengo. No sin una razón, como muchas personas que he conocido.

No soy muy egoísta, ni soy un poco egoísta. Soy egoísta y punto. Es un solo nivel.

¿Qué bien le podría hacer yo a esta chica, en el supuesto de que quisiera pasar tiempo conmigo? Creo que lo mejor es que no nos involucremos, por el riesgo de que sí pase a más, pero después de un tiempo todo termine hecho pedazos en llamas. Le evito todo eso con un “No, gracias. “.

 

Por desgracia, en el ámbito laboral, no puedo tramitar incapacidad por mis impedimentos mentales para relacionarme socialmente con personas nuevas, todavía. En un futuro no tan lejano quizá se pueda, pero para entonces, yo creo, que ya dejé de trabajar y estaré recluido, en mi cuarto, en mi casa, saliendo poco, interactuando poco. Siendo aún menos, como cada año. 

 

Ojalá fuera miedo, pero no lo es. Ojalá se quitara con pastillas. De eso último no estoy seguro.

 

Otro ejemplo:

Cuando dicen “conocer personas nuevas”, hay quienes se emocionan. Yo no, nosotros no.

¿Conocer personas nuevas? ¿Para qué? Así estoy bien. Ya conozco suficientes personas, y a veces no les hago caso por días o semanas, ni ellos a mí. Y no es algo que intente justificar de mí, o culparlos a ellos, sino que, es algo que sucede, y estamos bien cuando nos volvemos a comunicar.

Lo que quiero decir es que no veo el caso en tener más personas a quienes voy a tardar dos días en mandar mensaje para decirles que todo sigue aburridamente estable en mi vida. O no, que mi vida cambió drásticamente y estoy en aprietos, pero que no pueden hacer nada para ayudarme. Y que ellos se tarden una semana en contestar el mensaje, lo cual no me molesta; si en mi vida a veces estoy ocupado, y al terminar el día y llegar a casa sólo quiero dormir, imagino que es más o menos lo mismo con los demás.

También está el asunto de que habrá cosas que, al conocerlos, me molestarán. Y lo pensaré un tiempo. Pensaré “¿por qué te conservo en mi vida? ¿por qué me conservas tú a mí?”. Podría llegar el momento en que considere una pérdida de tiempo hacer nuevas amistades, porque no se van a quedar, o los voy a repeler eventualmente por cosas que no me gustan de ellos. 

¿Lo pienso demasiado? Sí, lo pienso demasiado. Lo pienso demasiado y lo pienso regularmente.

 

Qué bueno que no soy popular.

Qué bueno que puedo pasar desapercibido (mayormente) en internet.

 


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