Alrededor de casa hay lotes baldíos.
Se meten cucarachas, y otros bichos, a la casa.
Maté una cucaracha.
La puse en la mesa, tomé mis dos bisturí, le removí el chip. Ya tengo 18.
No me los puedo instalar, hasta marzo, cuando terminen de moverse archivos dentro de mí, cuando terminen de procesarse.
Y así poder tener suficiente descaro para decirle que nunca la quise realmente:
Me vuelvo a enamorar, para volver a caer en pedazos de metal derretido aún en llamas.
Me subo al tren donde está, pretendiendo querer lo mismo que ella, querer ir a donde va, para bajarme después, cuando no coincidamos. Pasándola por alto, avanzar a la cabina, salir, subir afuera de la máquina. Dejarme caer frente al tren en movimiento. [con los brazos en cruz para maximizar el daño] Arrojarme a las vías y que las ruedas del tren me corten. Que me corten en 5. Y esos 5 pedazos en otros 5.
Definición de demencia: repetir un proceso esperando un resultado diferente.
Le fui agarrando el gusto a este dolor, a esta compresión del corazón, a esta angustia mental. A la frialdad que sigue después. A juarme a mí mismo que no volverá a suceder.
Afort
desa
fortunadamente me dividí hace poco. Y ya tan sólo estoy esperando el accidente, un pretexto para desmoronar barreras mentales, retenes sociales.
Ahora lo puedo navegar.
Crearle un barco mental. Que zarparé en llamas cuando llegue el momento. [Y que estalle y que salpique sus pedazos sin que yo esté cerca. Innecesario, pero es lo que quiero en este escenario mental. ]
Que zarparemos juntos en llamas cuando llegue el momento.
{La misma parte de la historia, pero mejor desarrollada.
Que rebote la luz de sol, eso te hace daño.
Nocturna, así te conocí. Tu carta de presentación, estar enferma.
No entendí tu predilección por consumir sangre humana, ni busqué entenderla, no me sirve para amarte más o menos.
Te volviste mi razón para cambiar mis hábitos de vida. 4 de la tarde, mi día va comenzando.
Al salir del bar, iba a visitarte al teatro, donde solias estar.
Cuando te conocí, aún reías, aún querías bailar.
Fui testigo, pareja, cómplice de tu decadencia, de tu salud en deterioro. Pensé ingenuo que la medicina moderna te podría ayudar. Te llevé a que te trataran y todos decían lo mismo: No tienen idea, pero está avanzando.
Nunca me has llamado 'tu amor'.
Colecté algunos despojos de la calle, de quienes te alimentaste. Sus órganos frescos parecían ayudarte, parecían alentar tu condición.
Pero te seguían apareciendo manchas en la piel, junto a las otras manchas. Y cada vez estabas más débil. Ya no querías bailar.
Se acabó la temporada de teatro, y regresaste a tu casa. A tu mansión vacía.
Cambiamos las costumbres de salir por quedarnos en casa a beber té, a leer, a platicar de nada. A que te dejaras invadir físicamente con mi cuerpo, casi en cada visita. Labio con labio, piel con piel.
Un verano no fue suficiente, por eso te invité a viajar.
Y tú,
sinceramente
no tenías mejor opción.
Vendí todo lo que poseía para comprarme el barco,
para contratar tripulación por un año, buscarte una cura en otro continente,
después,
no sé,
no sé si seguiré vivo si en un año tú mueres.
Fueron maravillosos esos meses, antes de tu colapso.
Disfrutabas la luna, porque su luz es reflejo, dijiste, no tiene eso que te hace daño del sol. "Es una falsa", dijiste. Lo llamaste un 'filtro'.
Antes,
dijiste algo que nunca me habías dicho,
dijiste "por favor". "Si me quedo dormida, quiero volver a despertar, por favor". Ni sabías como pedirlo porque siempre habías exigido. Siempre te cumplían tus caprichos.
Pero entendías muy tarde que soy uno que se queda. Que me quedo hasta el final aunque no me convenga, aunque reciba miserias cuando entrego el corazón.
Hacía calor. Esa noche en altamar, hacía calor. Ya no nos quedaba media luna para admirar. Te regalé un clímax para que durmieras mejor, y te quedaste dormida en mi pecho.
Ya no despertaste.
Nunca te dije que te amo.
Te hicimos transmisiones de sangre. Fui experimentando, pero en el estado en que estás, ahora requieres consumir cada día.
Mi sangre te hace daño, por desgracia; el médico dijo que por exceso de... vita.
Habla de vita... vita-midas? Dice muchas palabras que no entiendo.
Por eso lo dejamos en una de las islas. Además se nos está acabando la comida.
Nos acercamos al frío polar, para conservar mejor la sangre guardada.
Extraño tus ojos, viéndome. Extraño regañarte. No es lo mismo verte ahí acostada, inconsciente, oyendo mis historias exageradas de cuando fui ayudante en una panadería, y uno de mis compañeros perdió dedos de la mano. Te habrías reído histéricamente.
Pasaron un par de meses, un par de incendios, un par de motines, un par de inundaciones, un montón de cuerpos que se fueron intercambiando conforme llegábamos a otras islas: unos nos querían abandonar, otros unirse, otros los tiramos a alimentar el mar. Llegamos al otro continente. No encontré solución. En cambio, querían matarte. Querían que no despertaras. Tuvimos que irnos apresurados.
Han pasado dos meses. No sé qué voy a hacer.
}
#Vivencial
Cuando llegué al lugar que estaba rentando, me recibió la casera. Una señora muy guapa, poco mayor que yo, sonriente, con vestido, que lucía sus piernas, porque hacía calor.
Llegamos a mi cuarto, pintura aguamarina.
Crucifijo en la pared.
Mencionó, sin que se lo preguntara, que su marido trabaja en campo "con el machete". {después me enteré que sólo decía eso para que no intentaran ligarla}
#TodoEsFicción Mi pasado es una ficción que no puedes comprobar.
Quien usaba el machete era ella.
Ya llevaba dos cuerpos enterrados en el patio, y cuando estuve yo, enterró a un tercero.
Ahora no salí/en otra línea de tiempo fui su cómplice.
Vi,
demasiados,
demasiadas,
alternativas
a este tiempo que estoy/amos viviendo
Me quedé con las manos vacías, los brazos, el pecho vacíos.
Aquí, en este bucle, decidí no intervenir.
Eran pocas las líneas donde nos atrapan, de
todos modo
s.
Doña Julia, bueno, señora Julia.
Aunque tenía alcoholes y licores ahí en la casona donde nos quedamos,
iba a un bar, a re-recordar al hombre que la dejó,
al que no pudo superar,
libertad hecha persona,
pero,
nada es absoluto en las personas,
porque como te dije, mentía sobre estar casada.
Y sabía que los locales no nos platicarían tan fácil sobre ella.
El alcohol era su cadena, su retén, su impedimento para ser libre de verdad.
El alcohol era un pretexto, el origen era el dolor.
Y un síntoma era buscar sexo con jóvenes que fueran de paso por el pueblo.
No me tocó esa vez, este bucle.
Vi otros, y a otros.
No conocí al del tercer cuerpo.
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