(Yo pensaría lo mismo)
Lancé las runas,
lancé los huesos,
mis gatos ya no están aquí.
Leí tu destino y nos aborrecí por caminarlo.
Te detesté por ser tan perseverante, pero más a mí por permitirte quedarte.
Que sepas que nunca fue tu elección.
Vuélvete a dormir, nuestros crímenes no te han alcanzado.
Y querías estar conmigo.
Y eres la mujer más bonita que he conocido en todas mis vidas.
Y tuve la infortuna de que fuera mi línea de tiempo donde/cuando te conocí. Y ahora todas las demás van a quedarse cortas.
Extraño los maullidos. De mis amigos de 4 patas.
Extraño tus gemidos, Celeste. Me removías las entrañas y producía más. Y hasta me dejabas temblando al terminar.
Ahora que has muerto, se me ha secado el corazón.
Me detesto porque sellé tu destino cuando te dije que sí, que podíamos vivir juntos. Supe que te ibas a morir.
Detestaré todos los eneros de ahora en adelante. Aún cuando esté con alguien.
Me quedé en el camino, sólo, y de qué me sirve tener todo, si no estás tú?
Ahora ya no tengo qué trabajar.
Paso mis días en el jardín, viendo fotos de gatos en Facebook, por horas. Hasta que vuelve a ser la hora de comer.
Y vivo solo, así me quedé. Soy suficiente para mantener la casa.
Si me salto una comida, no tengo qué limpiar. Aunque ya me duele adentro forzarme ayunos.
No volví a ir al médico por el otro asunto. Quiero que me carcoma.
Pido comida mediante la aplicación, el jueves, pizza, tu favorita, y me la acabo yo solo. Es la única de 2 interacciones a la semana que tengo.
Veo comedias y río por fuera. Tomo vino, me acabo media botella yo solo. No es suficiente. Por desgracia, sigo pensando. Sigo pensando en ti. Te sigo recordando. Sigues doliendo como si hubiera tragado vidrios.
Ardes en los ojos como sal, que provoca sal.
Salgo a la sala y estrello la botella contra la pared. Y el viernes en la mañana lo limpio. Eso es todo lo notable de la semana.
Mi otra interacción es ir de compras, una de tus actividades favoritas, me encantaba verte emocionada por comprar jabón. Me encantabas tú, con olor a jabón. Compro el vino que dejaré a medias para después aventar contra la pared. Esa es toda su función.
Extraño tener gato, pero aunque mi corazón ya no se puede romper más, no me quiero arriesgar, a estar equivocado.
Te extraño, y sé que no te puedo remplazar, por eso no lo intento.
Aún la luz quiere brillar, se quiere compartir, las ganas de vivir son necias en apagarse. No les hago caso, regreso al sillón de la sala, a dormir.
[Limbo, 2163.]
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