6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

marzo 25, 2012

Clon.


19 de mayo de 2009.  

Dos meses. Llevaban dos meses de conocerse. Leo era un chico extrovertido y sociable, a la vez que se reservaba mucho de sí mismo y era selectivo en sus amistades, pero no demasiado. Era de esas personas que te ayudarían siempre que pudiera. Así que cuando Mar lo encontró en un curso de arte, se conectaron en un nivel invisible para el resto de la clase. 
Mar había terminado recientemente la preparatoria, intencionalmente dejando pasar el tiempo para no entrar a alguna universidad ese mismo año, sino el siguiente. Ella le ayudaba a su madre y sus hermanos en el negocio familiar, una tienda de ropa y de regalos. Por ese tiempo estaba de vacaciones con su hermana menor, visitando a una de sus tías, en Toluca, de donde era originario Leo. 
El curso de arte duraría 3 meses y medio, por lo que ella lo encontró a la mitad. Eventualmente tendría que regresarse a Pachuca para que su hermana menor volviera a la escuela, aunque ella podía quedarse más con su tía, pero tendría que pagar por sus pasajes. 
Mar no era una chica bonita. No tenía una armonía reconocible en su cara, claro que tampoco era repugnante. Al parecer su cuerpo no terminaba de desarrollarse, y no acostumbraba el ejercicio. No. Su encanto yacía en su personalidad. 
Pues Mar era una de las personas más lindas que Leo había conocido. Tanto así que en una ocasión le compartió la mitad de su comida a éste, ya que Leo vivía en la pobreza. Para Mar no era inconveniente, aunque no era rica, nunca tuvo carencias. 
Así, Leo se vio extrañamente atraído hacia esta nueva persona que aparecía en su vida. Mar por su parte, lo idealizaba, llamándolo "príncipe", algo que en el interior molestaba a Leo. 
Cuando terminaron las vacaciones, Mar regresó a Pachuca como había dicho, para regresar a su hermana menor. 
Tardaría dos semanas en juntar suficiente dinero y permisos de su madre, que, aunque siendo Mar casi mayor de edad, aún le restringía sus salidas "por ser mujer". Perdería una clase de arte debido a eso. Pero regresó a Toluca para completar el curso, fue su pretexto. 
Leo trataba de no hacerse ilusiones y no sentir más de lo que objetivamente estaba sucediendo afuera de él. Hasta que lo logró. Y objetivamente sabía que Mar no le gustaba, pero podía hacerla feliz un momento quizás. 
Terminó el curso, Mar se quedó un mes y medio más antes de regresar a Pachuca. Siguieron comunicándose por internet durante otro mes antes de que ella se decidiera a invitarlo a visitarla. Leo no le habría sugerido él mismo tal cosa. 
Así pues, a pesar de la desconfianza de su familia con esta chica, que ni les había presentado, ni les había contado al respecto, Leo viajó a Pachuca con casi nada más que dinero y la ropa que llevaba puesta. 
Mar lo recibió en la terminal de autobuses. Rápidamente tomaron un taxi hacia la casa de ella. El transporte había tardado más de lo calculado, por lo que atardecía muy pronto. Mar le dijo que se podía quedar a dormir. Leo no vio inconveniente por sí mismo, pero sabía que debía avisar a su casa al menos. Le pidió su teléfono y le marcó a su madre, quien dijo que no al principio pero que le preguntara a su padre, lo cual hizo Leo, para la fortuna de Leo su padre estaba desocupado en ese momento. Su padre sólo le pidió que se cuidara mucho y que no hiciera tonterías, pero lo dijo en un tono de "no embaraces a esa chica" que molestó tanto a Leo que le colgó fuerte el teléfono. Mar se vio un poco sorprendida de Leo, quien no demostraba emociones fuertes muy seguido. 
Pasaron el resto de la tarde entre platicando, escuchando música, jugando, y eventualmente sí, teniendo relaciones. 
Después de cenar Leo sintió mucho sueño, tanto que no alcanzó a cepillarse los dientes. Se quedó dormido muy rápido. 
Despertó en una bodega grande, atado a una silla. La sangre le subió a la cabeza al instante. En ese momento comprendió todo. 
Mar no era realmente una chica triste promedio. Todo era un plan para secuestrarlo. 
A pesar de que Leo no estaba amordazado no intentó gritar. Aplicó ejercicios de respiración y logró reducir sus látidos. 
Pronto llegó un sujeto mayor con gabardina, desaliñado, sin rasurarse y con muchas cicatrices en la cara. Lo primero que preguntó fue si sabía lo que estaba pasando, a lo que Leo respondió que sí. 
En ese momento involuntariamente sonrió a medias, y dijo: 
"¿Sabes que todos ustedes están muertos verdad?"
Y su siguiente frase automática fue 
"Yo no tengo dinero" 
Pero ya sin sonreir. 
El sujeto se rió a su vez, aclarando que sabía que su padre sí tenía dinero, y que pagaría una buena cantidad por su rescate. Leo empezó a reir. 
"Debieron investigar mejor, a mi padre lo despidieron hace tres meses."
El puño del sujeto se estrelló en la cara de Leo, quien no paraba de reir. 
Se abrió la puerta metálica y entró mar, lo que provocó un súbito salto en los latidos de Leo. 
Mar ahora estaba arreglada, lo que conseguía maquillar un poco de su ausente belleza natural. 
"Tienes que presionarlo más, éste es uno de los que se hacen fuertes, pero no lo son" Fue lo que dijo Mar. 
"¿Al menos podré saber tu nombre real, zorra?" Preguntó Leo. 
Mar, dirigiéndose al sujeto con cicatrices, después de una breve pausa dijo "Empieza con la llave." y salió de la bodega. 
Leo escuchó como se recorría una mesa de metal con varios artículos sobre ella. 
"Qué predecible y patético." Dijo Leo.
Al mismo tiempo, otro sujeto, calvo, más musculoso, sin vello facial se acercaba al centro de la bodega, donde estaba atado Leo. 
El primer sujeto, tomó una llave de tuercas y golpeó a Leo en la cara, lo que interrumpió su risa, hacia un estado de seriedad contenida. 
"...no voy a gritar..." murmuró casi inaudiblemente Leo. 
"¿Qué dijiste?" Preguntó su torturador. La respuesta de Leo fue la misma.
No lograba escucharlo así que acercó su oreja a la boca de Leo, al tiempo que le ordenaba al sujeto calvo "Sujétalo. No quiero sorpresas."
"Puedes hacerme todo lo que quieras. No voy a gritar..." Fue lo que dijo Leo. Lo cual pareció irritar al sujeto con cicatrices que lo comenzaba a asfixiar con sus propias manos. Leo perdía el color de la cara cuando el sujeto mayor se detuvo. Pareció dejar de respirar, cuando un par de segundos después tosió sangre. 
"¿Y tú qué le quieres hacer?" Le preguntó el primer tipo al segundo. 
El calvo miró la mesa, tomó una barra de metal, y la estrelló contra una de las piernas de Leo, quebrándola. El sonido retumbó en toda la bodega como si fuera carne siendo cortada. 
Pero no hubo respuesta de Leo. Incluso parecía haber perdido el color en los ojos. Pero su media sonrisa no desaparecía. 
"Todos ustedes están muertos. No voy a gritar." Seguía murmurando Leo. 
El primer sujeto tomó una navaja y le cortó la ceja izquierda a Leo. La sangre hizo que cerrara el ojo. 
"Novatos." Exclamó Leo. 
El calvo ahora tomó un martillo de la mesa y golpeó a Leo en el hombro, rompiéndole más huesos. 
El otro sujeto tomó un soplete y le quemó la palma de la mano izquierda, a lo que Leo respondió "Te falta la derecha."
"Hijo, nosotros llevamos más tiempo en esto, en algún momento gritarás, no puedes engañarnos" Dijo el primer sujeto, mientras se fumaba la segunda mitad de su cigarro. 
Leo no borraba su media sonrisa. 
El calvo entonces lo tomó de la cara, abriéndole la boca y le clavó alfileres entre los dientes, lo que provocó que Leo temblara. Parecía convulsionarse. 
Le quitaron los alfileres y lo revisaron. La respiración de Leo se hacía más agitada. 
"La jefa no quiere que lo dejemos muy magullado." Dijo el primer sujeto. 
"¿Qué tanto es muy?" Preguntó el segundo. 
"Lo sabremos cuando estemos ahí." Respondió el primero. "No lo dañaremos irreparablemente, eso le bajaría el precio" Agregó.
"... Si quieren tener alguna posibilidad de vivir, mejor se detienen pronto..." Murmuró Leo de nuevo en tono casi inaudible, mientras que la sangre mezclada con saliva se escapaba de su boca. Pero los sujetos no hicieron caso. 
Siguieron algunas horas así, cuando regresó Mar para revisar su progreso. 
"Este es uno de los que no dicen nada señora." Reportó el primer sujeto. 
"Quizá esperaba decírmelo a mí." Contestó Mar, mientras se acercaba a Leo. 
¿Me vas a decir el verdadero teléfono de tu padre?" Preguntó Mar después de haber revisado el celular, entre las otras pertenencias de Leo, que parecían falsificadas. "No tenemos por qué prolongar esto." Afirmó Mar. 
"... M... " Trataba de balbucear Leo. 
"No es nada personal cariño, son sólo negocios." Dijo Mar antes de ser interrumpida por el timbre de su celular personal. Era su segundo al mando, con una voz en tono preocupante. 
"¡Los mataron señora! ¡Los mataron a todos!"
"¿De qué hablas? ¡Cálmate, no te entiendo!" Preguntó Mar.
"¡A los niños, a su madre, los sirvientes! ¡A todos! ¡Alguien los ejecutó--!" Fue lo último que alcanzó a decir antes de que por el auricular se escuchara claramente el sonido de su cuerpo cayendo al piso. La llamada se cortó. 
El semblante de Mar se transformó ante tal revelación. Leo apenas podía levantar la mirada, pero lo notó. Y a través de su cara hinchada y demacrada le dijo "Si te sirve de consuelo, no mató a tu perro. Los animales no tienen la culpa." 
"No te creo, debe ser un truco." Dijo Mar, tratando de ocultar con seriedad la preocupación. En eso sonó otra vez su celular personal, ahora con el tono para mensajes. 
Era una foto de una chica en el suelo, con una marca en la frente, al pie de la foto "La siguiente eres tú perra." decía el texto, seguido por la contraseña que le había dado a su prima cuando algo de estuviera realmente mal con ella. Al hacer acercamiento a la foto pudo ver que era una entrada de bala, y sangre alrededor de su cabeza. Mar cerró el mensaje inmediatamente. 
"¿Quién hace todo esto? ¡Sólo dame el teléfono de tu padre! ¡Esto sólo es por dinero, entiéndelo!"
Leo reía modestamente, antes de levantar la cara, y decirle en voz alta abriendo los ojos todo lo que pudo hacia Mar, sin dejar de sonreir: 
"¡MUÉRETE!"
Su voz no terminaba de alejarse de él cuando el crujiente sonido simultáneo de balas atravesando cráneos a alta velocidad se desprendía desde él, Mar, los dos torturadores y de los dos guardias afuera de la bodega. 
Un par de horas más tarde llegué a la escena. 
Entré a la bodega, y me acerqué a Leo. 
"Uno de mis mejores..." Le dije. "Es una lástima que no quisieran cooperar. Habríamos hecho grandes cosas." Agregué para mí mismo, mientras contemplaba el cuerpo aún tibio de Mar. 
Tomé uno de las navajas para bisturí de la mesa, e hice un corte en el pecho de Leo, de donde recuperé el dispositivo. 
Mis guantes de látex se mojaron al retirar el par de audífonos que llegaban casi hasta sus orejas. Quedó como una marca más que se confundiría con tortura. Puse las cosas en una bolsa, y se la di a uno de los técnicos que me acompañaría de regreso. Después de que me fui, llegó el equipo de limpieza. En la noche la bodega ya estaba siendo rentada y funcionaba normalmente. 

Todos ellos ya están muertos. 
¿Lo entiendes ahora? Elige bien a tus blancos. 
No tengo dinero, perderías tiempo y esfuerzo. 

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