6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

mayo 25, 2012

Ix.

No es porque tu nombre empiece con I.
Ni porque tu otro nombre empiece con I.
¿Recuerdas? Dices que no.
Yo lo recuerdo. La espuma estaba sucia, el mar sangraba.
Mi madre conocía a la tuya.
Una de mis tías era hermana de una tía tuya.
Pero no nos conecta la sangre.
Tú no lo recuerdas pero platicamos mucho esa vez.
Era en la tarde viendo al mar.
De las primeras personas que no me interrumpían al hablar.
Ese niño era muy tímido.
Sepultamos esa identidad con una pala y un machete.
¿Recuerdas cuando morí? Yo sé que ese día sí lo recuerdas.
"2 metros" decías. "2 metros... creo..." Ni tú ni yo sabíamos.
Y plantamos un naranjo en donde enterramos a esa pobre chica.
Años después me enteré sus padres la seguían buscando.
Fue la primera vez que cavamos juntos.
La misma complexión y el colgante de mi madre.
"Georgina yace aquí" escribimos 13 años después.
¿Recuerdas? Ya se viene su aniversario.
¿Recuerdas? Viajé al DF para las falsificaciones.
¿Recuerdas? Te presumí el volver a nacer.
¿Recuerdas? Di a mi hija en adopción.
¿Recuerdas? Tus visitas a la clínica.
¿Recuerdas? Te peleaste con los doctores y los llamaste "unos puercos". Y se hizo tu frase entonces.
Yo lo recuerdo, la espuma estaba sucia. La luna a medio llenar.
Pedazos de carbón regurgitados por la marea.
El segundo día fue más breve, recortado. Pues te tenías que ir.
¿Recuerdas? Sigo siendo de los pocos parientes que nadie menciona. Y con razón, se supone que estoy muerta.
Yo sé que no lo recuerdas, ni por la segunda vez, cuando comimos mariscos y tus modos especiales. Y nadie te entendía. Me pregunto si eso cambió.
La enterramos y plantamos un naranjo arriba de ella. Y le intercambié dos muelas con las mías.
Esa nocha la luna estaba a medio llorar.
Es porque nos conocimos en Ixtlán. La familia de mi padre era de Colima. Fueron mis últimas vacaciones ahí antes de mudarnos otra vez.
Ya no me culpo por su muerte. Sólo la encontramos, ¿recuerdas?
Estoy aprendiendo a olvidar, tú estás aprendiendo a no recordar.
Y años después los caminos se volvieron a cruzar.
El porvenir languidecía doloroso y deprimente para quien lo contemplara.
Quién más, sino nosotros.

Quizá no lo recuerdas, la memoria es engañosa. Y entonces éramos otras personas.

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