6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

mayo 07, 2013

Rojo

Ella dice que está debajo de la piel. 
Ella dice que no la puedo conocer. 
Ella clama ser espíritu. 
Ella acostumbra mentir para alejarnos. 
Ha perdido un brazo en la guerra. Ahora usa una prótesis robótica. 
Dice que mientras sea funcional no le afecta. 
Ahora parece que hasta el aura nos ha afectado. 
Aquí estoy, y no me puedes encontrar. 
No sin perderte a ti misma. 
Así que, cuando desciendas con tus alas doradas envuelta en luz, y me tiendas la mano para que los acompañe hasta allá, yo te miraré con resignación, no levantaré mi mano para que la tomes, sólo suspiraré y ojalá entiendas que no puedo tocarte sin destruirte, sin condenarte, sin corromper la preciosa criatura que eres, y que en tu perfección te debes quedar con ellos, no conmigo. Porque no puedes salvarme. No puedes ayudarme. No sin hundirte en el mismo fango que corre por mis venas. 
Cuando llegues con los demás, como una invasión pero benéfica, ya tendré lista la dosis para que sea el amanecer lo último que vea. 
Y llegarás puntual, como siempre. 
Y te sorprenderás porque siempre supe lo que eras. 
Y ojalá lo entiendas. 
Y ojalá no te quedes para ver el fin conmigo. 
Y si consideras ésto egoísta, esa es tu opinión. Y no puedo hacer otra cosa que no sea saludable sino respetarla. 
Y me iré con el olor de pan recién horneado, brisa fresca de plantas, el siseo de los árboles vecinos, y los retumbos lejanos de explosiones de ciudades. 
Corre por mis venas, me envenena lentamente. Y no lo disfruto, no lo sufro, lo padezco. 
Y se hace pesado con la luz de sol. Con el aire. Con el afecto. Con las palabras de aliento. Con los desánimos. 
No haces algo para mejorarlo. Tampoco lo empeoras. Sólo me acompañas. 
Guardas mi juicio en tus enunciados y no lo sabías. 
No recuerdas cuando me lo prometiste, o quizá también eso lo soñé. 
No hará diferencia cuando vuelva a encontrar mi camino. 
Aquí está el cuchillo, y no sé cómo usarlo. 
No es ésta una crítica social, no sabría cómo empezar. 
No sabría cómo terminar. No tengo frases legítimas para convencerte, porque no tengo algo válido que pese suficiente. 
Sólo me queda el presente, porque el pasado se volvió una referencia inútil de fracasos acumulados o victorias a medias, como sobrevivir, y por el contrario el futuro es inasequible, inconsecuencial, indiscernible. 
No tengo tanto cerebro para descifrarlo. 
Vas a ver mis ojos. Vas a ver cómo sangro por dentro y querrás aliviarme. 
Pero no estás aquí para salvarlo. 
No estás aquí para detenerlo. Sólo me acompañas. Y a veces ni eso te permito. 
No vas a llegar al centro, donde está la pureza con la que fantaseo regresar. 
Antes de subir las cortinas de metal, que por cierto son eléctricas, se escuchó que se abría y cerraba una puerta, lo más probable es que fue la del callejón. 
Entonces se subieron dando paso a un espectáculo de horror digno de una película de ficción de una mente enferma y violentada: diez o veinte o treinta cuerpos de hombres y mujeres boca abajo, empalados, abiertos verticalmente por la mitad del pecho, exponiendo las costillas sin órganos internos, como preparados para comida, sin manos ni pies incluso, como hacen en ese restaurante donde se masacra sin miramientos a tantos mamíferos. 
El espectáculo no era muy diferente de lo que cada fin de semana se exponía ahí, casi con orgullo. Sin embargo de alguna forma el impacto visual se generaba porque las cabezas ésta vez eran de humanos. Como si hiciera alguna diferencia comerse a uno o a otro. Y un cartel que leía "CARNÍVORO". 
"Asesinato" lo llamaron, cuando normalmente si lo hacen con otras especies lo llaman "comercio". Quizá si el perpetrador no hubiera dejado las cabezas, se habrían comido los cuerpos pensando que era cabrito. 
Me da mucho asco la humanidad. Por eso se están ganando su extinción. 
A nivel molecular, no soy tan diferente de ellos como lo soy de una estrella azul. 
Ya no quiero tocar el suelo con los pies desnudos. 
Ya no quiero sublimarme en brisa roja con olor a óxido. 
Ya no quiero seguir consumiéndolos para sobrevivir. 
Comí mundo, y fue suficiente.

Negro

Había mundo. Así que comí, comí mundo. 
Comí mucho mundo, y me indigesté. 
Ya no quiero viajar y conocer y experimentar. 
Ya son suficientes las marcas dejadas por nudillos extraños en mi cara. Ya no quiero coleccionar más. 
Ya han sido suficientes las visitas al hospital. Ya conozco demasiados usos de un martillo. 
Extendí el brazo, pero se siente igual, quizá, hasta un poco más frío porque pierdo calor corporal. 
No estás sola, pero siempre te sentirás sola. 
Puedes cambiar, simplemente no quieres hacerlo. 
Tampoco te estoy obligando a que me pongas atención. Eso no va conmigo, o eso quiero forjarme. 
Seguramente puedes hacer otras mil cosas que te cultivarán o te harán mejor persona, que no sea pasar tiempo conmigo. 
Y aquí, no te comparto mi espacio, no te comparto mis opiniones. No quiero escuchar lo que tengas que decir, seguramente será diferente, y no quiero que contamines mis pensamientos. 
Ya hay mucho veneno. Y es mío. 
Ahora sólo queda una cuenta regresiva contra la pared. Y estás ahí. Y estás contando, y ni siquiera te has dado cuenta. 
Es que mis cronómetros están todos fuera de sincronía con el tiempo real. 
Tú en cambio posees una brújula más acertada. 
Tú sí distingues sueño de realidad. 
Tú sí te das cuenta de cómo sufren los demás a tu alrededor. 
Tú sí le das peso a los sentimientos de los demás. 
Tú sí piensas más allá de la conveniencia y una ganancia personal. 
Y por eso te tengo en tan alta estima, aunque no en un pedestal, debería clarificar. 
Tienes errores, como todos. Aún me falta conocer a alguien que no los tenga. 
Y tus errores son graves, quizá aún más que los míos. 
Pero no me baso en las otras partes de tu comportamiento que no me interesan en lo más mínimo. 
Me baso en la reacción que tendrías cuando te veas en esa situación específica, con tanta sangre sobre ti y las personas en el piso que ni conoces, y tú te alucines a ti misma frente a ti riéndote estruendosamente. Me baso en cada decisión impulsada por adrenalina que tomarías desde ahí. Me baso en tu empatía y lo poco que consideras estas opciones, que son reglas en mi mundo de los sueños. 
Me baso en que tú, teniendo tanto veneno como yo, eres diferente. 
¿Crees que sea suficiente?
Creer es fácil, no necesitas pruebas. Por eso mucha gente cree, y elige no saber. 
Saber es doloroso. Saber implica dejar de ignorar. Y mucha gente está cómoda con lo que ignora. 
Lo entiendo y no lo puedo compartir, aunque lo intente, no sin más daño. 
Pero cualquier daño que se acumule no hará diferencia. 
Va saliendo el sol, la sopa se enfrió. 
Dejo de pensar, comienzo a actuar. 
El estómago se expresa cuando llega el momento en el cual habitualmente le vierto algo para no desfallecer. Sí, padezco hambre. Te lo dije, dejarse morir es fácil. 
He sobrevivido aquí de maneras poco recomendables, o no sé cómo expresarlo mejor. 
Sólo sé que esto no es lo ideal. 
No estoy dando el máximo. 
Pesan mucho tus sentimientos. 
Y cuando me expresas tu pensar, me mortifico. 
Y no sé cómo cambiar. 
Y no sé cómo aceptar tu ayuda. 
Y no sé cómo dejar de ocultarme. 
Y termino con la misma decisión del inicio. 
Y no cambiaré, no importa cuánto te duela mi forma de ser. 
Y no quiero que me ayudes. 
Y no me importa, no me puedes tocar. No puedes llegar al centro, te lo tengo prohibido. 

Azul

Se pinta una nonrisa. 
Tus buenas intenciones me acarician el oído.
Pero está lejos de curarme lo que entiendo de ti. 
Sólo náuseas que no me dejan dormir. 
Y no quiero pensar en ti. 
Cada noche, un nuevo cuerpo se suma a mi cama. 
Cada noche retiro de entre mis dientes lo que antes palpitaba luchando por sobrevivir. 
Y están las franjas debajo de los ojos que no ocultan los asesinos. 
Recibo el cuchillo con humildad. Lo forjó con su propio fémur. 
Solamente puedo asumir el dolor y el compromiso que eso implica. 
Las franjas continúan por el cuerpo. 
Las vendas poco hacen por ocultar las magulladuras y el maltrato. 
"Es que no quiero estar sola" pretexta. 
Bien. Haces bien. 
Es mejor estar con alguien que te pegue que estar sola. 
Bien, así mueres más rápido y dejas de consumir el oxígeno que me corresponde. 
Y entonces te sigo yo, me dejo caer del precipicio y a donde no me encuentren hasta pasados dos meses. Y ya para entonces serán irreconocibles los restos. 
Pero primero, uno debería arreglar propiamente los asuntos terrenales, mortales, materiales. 
La poca materia que he logrado acumular y que a final de cuentas no sirve de nada. 
Dejarse morir es fácil, mírame, lo he estado efectuando desde hace dos meses. 
Te dije que te contaría. 
Después de mucho analizar, concluí que no me despediré. 
Un día, simplemente, no me encontrarán. 
Me desvaneceré, y entonces entenderán por qué estaba arreglando todos mis asuntos, como si tuviera planeado vivir más años. 
Y ojalá no pasen otros 15 años para que lo comprendas. 
Había mucho, y me llené las manos, los bolsillos, y la boca. 
Y me atraganté, y me raspó la garganta y las fosas nasales. 
Y el reclamo rasguñó mi esófago. La verdad quiso salir implacable. Quiso ser escuchada. 
Pero en esta circunstancia no les interesa alguien como yo, de verdad como yo. 
Así que porto la máscara de alguien que conocí hace mucho tiempo y que falleció de modo absurdo. 
Y sobrevivo siendo útil para algún mecanismo que realmente no me importa. 
Y no tengo sueños para el futuro. 
Y no tengo ambiciones, no aspiro a más. 
Y estoy aquí, después de 14 años de bajar los brazos y presumiendo las cicatrices de todas las veces que elegí ser víctima. Porque soy sobreviviente. 
Ahora grito hacia adentro donde no hace daño a nadie más sino a mí. 
Ahora trato de pensar dos veces antes de quejarme por una situación que yo provoqué. 
Trato, sigo practicando eso. Aprendo a la mala, no tengo otra manera, tengo muchas fallas en mi programación. 
Por eso aplico el borrado de cuando en cuando. Por eso puedo decirte que me importas, porque es verdad. Pero si dejarte morir sería lo mejor para ti, entonces no hay discusión aquí. 
Por eso no te cuento todo. Lo que pienso no te sirve en muchos casos, no te sirve mi antipatía. 
No te sirve saber que puedes y deberías prescindir de la gran mayoría de personas que frecuentas. 
"Tus amigos me caen mal", me limito a esa frase, y haces bien en ignorarme, mis palabras no deben jamás dictar tu actuar. 
Estarías cayendo en un error. 
Y entonces sí tendrías razones válidas para odiarte. 
Aquí, entre estas paredes y puerta y ventana, que cubrí con partes de mí para sentirme en un ambiente conocido, desde aquí te pienso. No te podré ver. 
Aunque prometí que nos conoceríamos en persona, no estoy seguro de poder cumplir mi promesa. 
La vida es un juego. 
Todo esto es juego. 
Lo sabes, ¿verdad?

Gris.

Esto no es para ti. 
No es para mí. 
No es para nadie. 
Aunque debería corregir las dobles negaciones. 
Elegiré asumir de manera segura que me entiendes. 
Aunque no lo hagas. 
Se va derritiendo la carne. 
Te ves trastornada. 
La canción es la misma. La influencia se ha determinado. 
No es cuestión de ser críptico aquí. 
No hay más qué decir. No hay más de qué hablar, que no sea el futuro. 
El presente se volvió muy pesado. 
El pasado es inmaterial, intocable, y así se quedará. 
Parece que no te acuerdas. 
Parece que no te importa. 
Simplemente no te acuerdas. 
Y el futuro, es insostenible. 
No es esta una crítica social. 
Suben los precios, muere gente. 
Muere gente, hay más recursos. 
La delincuencia sólo llega a un límite y se empieza a extinguir. 
Y el desempleo baja. 
Sólo que esos procesos tardan mucho, no estás aquí para ver el cambio. 
Te han atravesado la venda de los ojos con un cuchillo. 
Ruegas por más. 
Ese sabor tan peculiar y metálico, es tu propia sangre. Pagaste por ella. 
A mí en cambio se me seca la boca. 
No estoy aquí para decirlo, será en una próxima ocasión. 
Se ha vuelto esta una terrible costumbre, regresar al pasado. 
Hunde el cuchillo, húndelo. Detén el proceso. Detén el reinicio. 
Ya no sabemos lo que sigue después. Me cambiaron la línea de tiempo o la cambié yo. 
Probablemente sí, probablemente si pudiera regresar a cualquiera de esos días interrumpiría mi gestación. violentamente. María ya no tendría otros dos hijos. 
Habría una tragedia "temprano" en la familia pero ellos cinco estarían mejor que nosotros 5. 
Siempre que me hablas de los tiempos antiguos cuando éstas barreras de carne no eran impedimento para destrozarlos con un gesto, me siento identificado, aunque no sé qué más decir, sólo te confirmo que todo se me hace conocido, todo relato se siente natural, como si pertenezco también. Porque lo hago. 
Ahora parece que el ánimo se nos ha encarecido. 
No parece que pertenezco a este mundo. 
Le dije a ella: este mundo es tuyo, no mío, por eso no me quedo. 
Por eso regreso a las estrellas, a donde pertenezco, a ser polvo y ser parte de todo y de nada. 
No te puedo garantizar que me quedaré aquí para ver el final. Para ver lo que sigue siquiera. 
Y no los puedo culpar por seguir aquí, fui yo quien elegí. 
No te puedo asegurar que me quedaré para siempre como cuando te lo juré, en la sombra de ese árbol, y éramos dos, éramos uno. Y a ti no te importaban las diferencias que terminaron por convencerte de que yo no soy suficiente, que ofrezco muy poco. 
Y tienes razón, y siempre que intento ocultarlo, fallo. 
Y quizás, muy quizás, necesito a alguien que necesite tan poco. 
No, el presente se volvió innecesariamente difícil. 
Ahora fluye hematoma tras hematoma autoinflingido ante frustración. 
Ellos siguen preguntando cómo sucedió. 
Él sigue dando la misma respuesta. 
No lo puedes salvar. 
No es que debas salvarlo, ni ayudarlo. No estás para eso. 
Quietecito, sentado a la mesa, ceno. 
Nadie más. Pasa de medianoche. 
No sé por qué está salada la sopa. 
No sé por qué tengo mojadas las mejillas. 
No veo bien por toda esta agua que no sé de dónde sale. 
No escucho bien, alguien está haciendo ruidos, no sé qué le duela. 
Los ruidos vienen de muy cerca, como de mi boca, suben por mis pulmones. O eso parece. 
El cuerpo está muy pesado. Estar afuera lastima. 
Me aterra lidiar con otros. Preferiría no hacerlo. 
Adentro hace frío. Ellos se afligen, no siento empatía. 
Y me cuentas tus problemas y recuerdo que tuve los mismos hace algunos años. 
Después, encontré dolor nuevo. 
La perspectiva se fue ampliando, antes de estrecharse nuevamente. 
Hemos resistido aquí más tiempo que el recomendado. 
También nosotros estamos haciéndole daño al mundo.