6, El fin


Ishigo Ishimaru, estás mal de la cabeza; imagen 6

febrero 20, 2014

Amigos sin límites.

Alejandra le respondía que sí, mientras él se deslizaba dentro de ella. 
Repetidamente, y por la boca. 
Alejandra estaba en sus rodillas, chupaba, cerrando los ojos, midiendo el tiempo. Comenzaba a memorizar sus ciclos y los de él. 

Héctor le pregunta a Alejandra si se conocen de muchos años, pero a manera de confirmación. 
Cada quien tenía su pareja, sólo que era algo que podían hacer sin que afectara su amistad. 
Habían llegado a una arreglo porque lo platicaron durante demasiado tiempo, y decidieron que lo mejor era no complicarlo: Pasaría lo que tenía que pasar y no iban a arrepentirse de las cosas que hicieran juntos. 
Alejandra había crecido en un ambiente familiar de religión inculcada desde muy pequeña, opresiva, tradicionalista, por lo que su mamá aún le levantaba la voz porque ella era muy extrovertida y sincera, al grado de no medir sus palabras. 
Héctor era más serio, aunque la sociedad lo veía de otro modo. Siempre había sido apuntado como líder, y a él no le molestaba. Las personas lo escuchaban y sus ideas no eran malas. 
Eran vecinos, se conocieron en el kinder a sus 5 años. Jugaban juntos y después cursaron la primaria también juntos. Entonces las circunstancias se encargaron de poner distancia entre ellos, pero cuando estaban en la prepa, ella regresó a ser su vecina. Y todos quienes los veían creían que terminarían casados, pero para entonces Alejandra ya llevaba meses de relación con alguien. 
Héctor trabajaba medio tiempo y no había buscado tener novia por sus obligaciones, pero no tuvo que hacerlo porque una chica del trabajo se fijó en él. La hija del dueño del negocio en el que ayudaba, una chica que en esos entonces vestía de negro. 
Él se había acostumbrado a estar solo desde que su familia regresó a su estado natal, pero Héctor quiso quedarse porque ya se había hecho de amigos, y tenía una rutina que no quiso dejar. 
Alejandra y Héctor son dos personas muy estables, concientes de sus actos y responsables de sus decisiones.
Todo comenzó como siempre comenzaba entre ellos, con una pregunta inocente. 
Eran tan buenos amigos que ya se conocían sus cuerpos desnudos en múltiples ocasiones. No tenían ese tipo de vergüenza, en cambio, tenían confianza. 
Alejandra quiso saber si sería muy diferente hacerlo con alguien más que su novio. Héctor no tuvo inconveniente en ofrecer su cuerpo.
Aunque sus parejas lo verían diferente, porque no conocían toda la historia entre ellos. 
Alejandra y Héctor se frecuentaban en la misma medida que a sus demás amigos, pero un poco menos que a sus parejas. 
Fue muy duro cuando falleció la mamá de Héctor y tuvo que viajar a Aguascalientes para los servicios funerarios. Alejandra no pudo acompañarlo, pero a su regreso lo invitó a comer.
En ese tiempo la mamá de Alejandra ya era menos rígida con ella, porque se había divorciado de su papá, y reconoció a Héctor como el marido que quería para su hija, comentario que incomodó a Alejandra.
La novia de Héctor se mudó con él poco después de eso, y también se llevaba con Alejandra porque tenían un gusto similar en series de televisión. A veces se quedaban los 4 a dormir en la misma casa, sobre todo en vacaciones.
Entonces Alejandra se comprometió con su novio. Para entonces ella y Héctor ya podían hacer de todo juntos, y salían cuando sus respectivas parejas no estaban disponibles. La novia de Héctor le ayudaba a su papá en su nuevo negocio, había cerrado el de antes y Héctor trabajaba en otra cosa. 
Para entonces Alejandra y Héctor tenían sexo contínua y secretamente, sin que se vieran afectados los lazos emocionales con las otras personas.
Héctor llegó tarde a la boda, pero cuando hubo oportunidad de hacer un brindis le deseó una vida de felicidad a los recién casados. 
Su novia atrapó el ramo, pero realmente quien se casó después fue la hermana menor de la novia de Héctor. 
Había días en que Alejandra y Héctor sólo se veían en la mañana y compartían un momento con café.
Héctor y el ahora esposo de Alejandra no se habían tratado mucho, pero después de la boda compraron el mismo videojuego y solían pasar una tarde o dos al mes en la misma partida en línea. 

2008 ♦

El alcohol lubrica las heridas.
En un trámite social me quedo callado.
Quizá debería disculparme por ser como soy, pero estaría equivocado.
Soy experto en no tomar mis propios consejos.
Hay una media luna arriba, de mí, de ti.
Hay nubes que no te dejan oirme con claridad.
Hay humo en mi cabeza, no hay ideas tan fuertes como para cortarlo y alcanzarte, y que no te aburras con mis silencios innecesarios.
Las ruinas han tapado una entrada de acceso, una ventana a mis sueños despierto.
Uno no puede tener el tiempo, uno lo utiliza, uno lo busca y lo aprovecha.
Es falta de atención lo que tengo, debería ponerte más atención.

Cuando vivía rodeado de fantasmas se me influyó un poder inservible.
Pero había inspiración para intentar describir esos mundos que me invadían de adentro hacia afuera y se anteponían a las necesidades físicas imperiosas que me eran recordadas constantemente. No había balance.
La depresión se manifestó en más de una ocasión con metal frío que no ofrecía alivio alguno.

Asirme al presente es muy difícil. Pero comenzaré con poco; terminaré por limpiar el lugar del estallido y remover los escombros de las ruinas y restaurar la ventana.
Y entonces ya podré escribir cosas que valga la pena leer.

Consecuencia.

¿Siquiera recuerdas anoche?
¿Recuerdas cada palabra?
¿Recuerdas el calor? la desinhibición? el desborre?
En la mañana aún había mareos y un temblor desencadenado por la deshidratación. 
Tuve que tomarme mi poción y forzarme a ingerir sin hambre. 
Mi sexualidad estaba rota pero ahora se formó un vacío y pedacitos de mi alma se dislocaron.
"No me siento bien" Pero no sé cómo explicarlo, si no me lo puedo explicar a mí mismo. 
Me sentía como quemado. Tenía mareos, pero no náusea, sólo debilidad. 
¿Recuerdas acaso el trato? 
Dices que no volverá a pasar pero estoy cansado de tus promesas. 
Esto significa el fin para ti, tienes los días contados.
Tengo que barrer tus desmanes y desfiguros.
¿Recuerdas cada palabra? Cada palabra pensada con terrible premeditación ardiente. 
Tragando flujo de tiempo que se fugaba por mis heridas que no terminan de costrar.
Pociones mágicas, nadie se queda tanto tiempo. 
Al final te quedas solo, lidiando con los cadáveres de demonios que te torturaban y terminaron siendo esclavos. 
¿Y dónde quedaron las cabezas? No me caían bien con la cabeza puesta. 
Había doce demonios adentro. Una incisión y manos escarbando después los cuerpos se rompían al dar a luz creaturas improbables de manera inverosímil. Respiran como nosotros. Tienen cara como nosotros. Hablan también.
Le rompes los brazos y piernas para que no se puedan ir. 
Y me hartaron y les separé la cabeza. 
Había doce...
¿Recuerdas? ¿De verdad lo haces? Yo ya estoy cansado de tus promesas. 
Tienes el tiempo contado. Privilegios recortados. Este es mi tiempo, mi cuerpo, mi lugar.