Celeste, 2023.
Extraño el cuarto pequeño,
el cuarto frío.
Ahí quedaba bien yo, también quedábamos bien juntos,
#paralelismos
Celeste y yo, en toda nuestra vulnerabilidad. Porque compartir dormir es exponerse en un momento vulnerable.
Es intimidad. Es como contarse cosas. Es como darse de comer. También confiar las lágrimas lo es.
Una vez entregué mis lágrimas, y sólo hubo incomodidad de la otra parte.
Un empaque bonito, una chica que me marcó, pero no estábamos listos. Tampoco yo fui bueno, ni supe ser lo que ella necesitaba.
Celeste vivía en Toluca, pero desde que está conmigo, dice que vive conmigo, en donde yo esté.
Va a ser en Tepic porque yo vivo allá.
Vivo: resido allá. Aunque esté en otro lugar.
Cuarto pequeño, cuarto frío, dos cuerpos bajo una cobija, enredados, pierna entre piernas.
Cabello en su cara, mis labios en sus labios. Y lo demás, lo que le sigue.
En Tepic el cuarto es más grande, hasta podemos bailar.
Todavía no se acostumbra al calor. Pero dice que le gusta más que Toluca.
Que le gusta que llueva tanto, como allá.
El agua siempre nos unió.
Nos separaban otras cosas,
pero,
esos besos bajo la lluvia no los olvidaré.
Ella se quedó en Tepic mientras yo sigo acá, en Mérida.
Hace calor, mucho calor, es más molesto que el de Tijuana.
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