No pude tomarme mi vaso de agua.
Sonaron las alarmas. Las luces de emergencia se activaron.
Las agujas inyectaron adrenalina y nos activaron los microchips de escape.
Tuve comezón en la muñeca, que no dejé de sentir, que no pude calmar.
Los simulacros fueron inútiles, lo que nos estaba regresando al planeta no estaba registrado como una amenaza posible.
No estaba registrado como algo posible.
4 pinzas de un lado, 1 del otro lado, y en menos de 1 minuto la UNW-103 estaría besando el suelo de lo que antes se consideraba Europa.
Llegué a la cápsula pero mi compañero no. Alguien más se detuvo en la puerta, antes de que yo considerara cerrarla y dejaro fuera, cuando estalló fuego que separó mi cápsula de la nave.
UNW-103 perdida, comunicaciones cortadas, casco sin porcentaje estimado de integridad. 83476 vidas perdidas en el último reporte antes de la pérdida de energía. 40% de las cápsulas en estatus desconocido.
Puerta abierta, cápsula cayendo sin control a la tierra.
Sujeta a la pared, se activó el otro protocolo, una pared recubierta de kevlar dividiendo la cápsula, evitando que me quemara viva.
Choque con el suelo.
Incosciencia.
La mitad del cuerpo gritando del dolor. Mi traje reporta 6 fracturas y daño serio a diagnosticar y tratar.
"Persona herida. Solicita ayuda médica" repite el traje, en volumen alto, incesantemente.
"No se mueva, de ser posible, grite", continúa. Me doy cuenta que esos mensajes son para mí o para quien me encuentre inconsciente.
Pero yo aún tengo sed.
Anoche reabastecimos los botiquines y paquetes de supervivencia, me queda eso.
Me quito los cinturones y caigo de lado, olas de dolor.
La pared quedó doblada por el impacto.
El aire entra a mis pulmones. No reconozco este olor, siempre he vivido en el espacio.
¿Así huele el mundo? Me gusta. No huele a metal, a medicinas, a sudor.
Respiro. Puedo respirar y no duele.
Me dijeron que no podíamos sobrevivir abajo, en el verde.
Pero puedo respirar.
Me mintieron.
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