Este sábado, él salió a su hora normal de trabajar. Descansa el domingo.
Regresó del trabajo a casa, al lugar donde renta, a descansar y comer.
Es sábado en la tarde, quiso salir a tomar un par de cervezas, ver el tiempo pasar, y si nada más sucede, regresar a casa a descansar.
Desde temprano mandó invitaciones a varias personas, pero aún nadie le contesta.
Están ocupados.
Cada quien tiene su propia vida.
Algunos no lo consideran, y ya están enfiestados a las 3 de la tarde. Qué envidia.
Aquí se divide en dos, porque en una de las líneas no está B.
Y en la otra, y en esta, sí está presente. No me lo explico aún, sino que hay muchas divisiones que ya no alcancé a ver la vez pasada.
La línea de tiempo ajena que veo más clara, es donde ella no está.
Como él:
Compré un congelador porque como hielo. Me gusta comer hielo. Me gusta masticarlo y que se rompa.
Me gustan las cosas congeladas, que se enfríe mi boca y se entumezca, y que los sabores vayan apareciendo poco a poco.
A veces los filos por romperlo me cortan la lengua y el paladar, eso no me gusta, pero sucede.
Me sabe la boca a sangre por las heridas,
#vampirismoforzado ,
pero no dejo de comer hielo.
El dentista me dijo que no lo haga tan seguido, porque afecta mis dientes.
No me importa, lo sigo haciendo. ¿Él qué va a saber? Sólo es un doctor.
Comparto esta arrogancia con mis otros paralelos. Como si no lo has notado...
Salí temprano, a la revu, a tomar unas cervezas. Nadie me ha contestado, será otra tarde que tome solo.
Ya voy viendo como se rompe el corazón otra vez, otro poco. Otro pedazo tirado a la basura. Otro corte y sangre enjuagada circulando el drenaje en mi regadera. otro pedazo que se va por el drenaje.
Anduve con dos chicas sólo para tratar de olvidar a la que ya no está, por cierto.
Con una de ellas sólo anduve porque se llama igual que una chica que creamos, Diana.
Nunca fueron intenciones a largo plazo.
Se pusieron serias,
entonces,
fingí desinterés, y se alejaron rápidamente. Terminamos, no bien, tampoco terrible, pero no bien.
Bueno, Diana todavía sospechó, y quería "luchar por lo nuestro". No entendía, si ella sí estuvo bien, dijo que era "la relación más estable y feliz" que había tenido, por qué me quería ir. Me dio tristeza que con todos los anteriores no tuviera estabilidad. Pero lo entendí al conocerla porque ella no sabe elegir. Ese inicio lo elegí yo, no ella, por eso nuestra relación fue diferente a todo lo que ella había tenido.
Aceptó la felicidad, y yo también la acepté y me gustó. Pero me di cuenta que no estaba con ella por las razones correctas, y ella merecía más, o algo mejor.
También ahí decidí por ella, y fue injusto, porque no le di oportunidad. Ni me la di a mí, de poder cambiar de opinión.
No,
no lo iba a hacer.
No voy a cambiar por alguien más.
A la primera que mencioné ya no le hablo.
Con Diana, todavía nos tenemos agregados en redes sociales, pero no interactuamos, ella no ve mis cosas, creo.
Yo sí veo las suyas, pero no interactúo, aunque ande haciendo cosas que me gustan.
Veo a través de sus publicaciones felices, que la delatan, porque son pocas, que está hecha una ruina, así la dejé.
Al menos, creo, aprendió de mí a construirse sola, sin ayuda de nadie.
Regreso al presente.
Segunda cerveza a la mitad. Delibero intensamente en mi interior si cenar, o no.
Se inclina la aguja hacia el 'no'.
También tenía algo de ganas de bailar.
Alargué mucho terminarme esta segunda cerveza.
Sólo recibí dos respuestas, con media coherencia, compartiendo el sentimiento de reunirnos, pero indicando que yo fuera a donde estaban ellos, y con más gente. Amigos de mis amigos, no son mis amigos.
Generalmente me caen mal, también es algo que comparto con mis paralelos, la mayoría.
Por allá en otra línea de tiempo, es al contrario; me quedé con los amigos de mis amigos, y a los que eran mis amigos ya casi no les hablo. Y los amigos de mis amigos se hicieron amigos verdaderos, la familia que elige uno.
Pero no aquí, este fin de semana, están ocupados, o de viaje, lejos, ya dormidos, con sus parejas, su familia. O en una fiesta donde voy a ser "un invitado más". No gracias, ya me he sentido así toda la vida, no me hace falta sentirme así un día más.
Este fin de semana no queda espacio en sus vidas para mí.
Lo sé. Lo entiendo. Lo respeto. No me gusta. No tiene por qué gustarme. Acepto la situación. No los dejo de querer, porque es egoísmo de mi parte, querer más de ellos, a final de cuentas.
Estaban bien sin mí antes. Y ahora que me conocen, no soy necesario en sus vidas, y qué bueno.
Llegué a pensar que tal vez terminé muy pronto con Diana. Tenía sus ventajas vivir con ella. Pude haber fingido por un año más. Pero durante ese año correría el riesgo de cambiar de opinión, establecerme con ella, y entregarme por completo.
Estaría a su merced.
Y cuando todo inevitablemente acabara (lo pienso porque soy fatalista), tendría que recoger mis propios pedazos, ahora yo, pero habría más fuego y sangre metafóricos en esa ruptura. No como en el presente, que tuvimos una separación limpia, y le costará menos salir adelante.
Veo la cerveza aún fría, romantizando el regresarme ya a donde estoy rentando, para dormirme. Para terminar de deprimirme, no cenar, no jugar, no pensar, sólo concluir el sentimiento que inició hace rato, y dormirme así.
Me termino la cerveza, pensando, lamentando inútilmente "Otro fin de semana que no bailé".
Ya mejor me voy a mi casa.
No quiero estar aquí.
No quiero estar en algún lugar.
Quisiera desaparecer.
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