Tenía una persona que me interesaba.
Tenía.
Tenía, tenías, teníamos.
Hubo una sesión de diagnóstico. Decidí no volver a ir. No creo en ellos. No me funciona ese análisis, detrás de sus velos.
Decidí saltarme hasta la automedicación.
Decidí provocarme otra grieta mental.
otro rasguño intestinal.
Se me cierran los párpados, tú qué vas a saber..
Automedicación, analgésicos para aliviar el dolor en el pecho.
Sangre diluida.
Salir a bailar, salir a tomar, salir a desmayarme en callejones.
Todavía no te describo las cortadas que me haré, pero eventualmente, lo prometo, en otra ocasión.
Todavía no se merece nuestra sangre. Creo que nunca la mereció pero, tenemos la capacidad de generar luz y bienestar al poco tiempo de que nos pongan atención.
Qué bueno que algunas personas aprenden y se quedan con eso de mí.
Puse las 2 pastillas en la mesa, me serví el vaso de agua.
Escuché un álbum de música que tenía pendiente, mientras, se le quita al agua el olor a cloro.
Sin pensar más me tragué las pastillas, pero no lo logré, tengo que masticarlas.
Una es de reinicio, jaja.
Que ya recordé, por qué la tomé en primer lugar, la vez pasada.
No estás aquí para detenerlo, ni lo estuviste todas las veces.
Terminamos esa historia 2 capítulos antes porque alargarla hubiera sido un error.
Recordé que no son suficientes las pesadillas que ha tenido, no está lista para algo como yo. Para alguien como nosotros.
Me hice una promesa antes, cuando ella no estaba, por eso me sabe amarga la boca, puedo dormir mejor, giré los cuchillos hacia mí, acomodé en paralelo las dagas incrustadas en el corazón, para que hagan menos fricción, y puedo decir con libertad lo que siento.
Así al final volverá a irse de mi vida, volveré a dejarla ir.
Es bonito mientras dure.
Pero, ya lo sé: no soy a quien está buscando, aunque yo vea esa línea del tiempo donde sí. Ese tipo de situación requiere de partes que yo no poseo, ni me puedo agregar.
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